El legendario conductor aún se mantiene activo a los 87 años y aunque no sea en la televisión, anima en otro ámbito.

Aquellos que fueron exitosos en lo suyo, aquellos que supieron trascender en sus tareas, tienen un reconocimiento eterno por parte de la gente, empezando por el cariño y también tienen ese no se qué para que el público aún siga festejando su presencia en el lugar que sea.

Silvio Soldán es de esas personas de la televisión que atravesaron décadas de televidentes y también fueron importantes en etapas de otros tantos, sobre todo de aquellos adolescentes que soñaban con irse a Bariloche a partir de su programa cada domingo.

Con una carrera de gran aliento, el animador de 87 años aún sigue feliz animando, con el micrófono en mano y a hacer lo suyo. Soldán hoy en día es requerido para animar fiestas de casamientos, aniversarios, cumpleaños.

Está claro que entre los números que más le piden a Silvio es la de conducir distintos de juegos/prendas en donde lo contraten y obviamente que todo terminará con una apertura del cofre de la felicidad, sin los saltos de otros años, pero con la alegría de siempre.

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Además de lo de los eventos, también está preparando un retorno importante en la calle Corrientes, más precisamente al teatro Astral, llevando adelante un especie de remake de “Grandes valores del tango”.

Esto se tratará de un musical que intentará recuperar la mística de aquel programa de televisión  y tendrá el sello, la conducción de Silvio Soldán. “Gracias a Dios me siento bien, pero los años están. Me quedaron algunas cosas por hacer, pero estoy contento”, afirmó en diálogo con Contacto Noriega.

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“El balance de mi carrera es positivo más allá de las cosas malas que me pasaron”, expresó reflexivo Soldán y concluyó: “En la pandemia aprendía a cocinarme y a comer mejor, hoy me alimentó sanamente. Todas las mañanas desayuno tres o cuatro frutas”.

Continuar, no parar a pesar de la edad es una cuestión que tienen aquellos que vivieron toda una vida de televisión y quedarse en la casa no es una opción. Crecieron con el cariño de la gente y en la tercera edad se siguen alimentando de eso, con otro contexto, pero como siempre, haciendo lo que los hace sentir vivos.