Catherine Samba-Panza fue la primera presidenta mujer de la República Centroafricana. Ejerció desde el 20 de enero de 2014 hasta el 30 de marzo de 2016 con el fin de pacificar un país inmerso en la violencia.

Nació en África Ecuatorial Francesa, actual Chad, su madre era centroafricana y su padre camerunés. Estudió derecho en la Universidad Pantheón Assas de París. Al regresar ejerció la abogacía y fue empresaria. Creó una asociación para combatir la mutilación genital femenina y la violencia contra las mujeres, además de promover los derechos humanos con ayuda de Amnistía Internacional. También estuvo al frente a la Comisión Nacional de Diálogo en el 2003. Decidió ingresar a la política y fue electa alcaldesa de la capital Bangui.

En marzo del 2013 los rebeldes Seleka tomaron el poder. Ellos son una minoría musulmana en un país de mayoría cristiana. A estos se le opusieron las milicias Antibalaka. La violencia llegó a niveles nunca vistos, que desplazó a más de un millón de habitantes de sus hogares. El Consejo Nacional de Transición propone su nombre para la presidencia. Si bien ella es cristiana todos la consideran una figura neutral. Al asumir propuso: “El papel del poder judicial es crucial. Cualquier forma de exención del castigo no es una opción. Debemos hacer que los criminales rindan cuentas. Solo entonces el pueblo de la República Centroafricana volverá a coexistir en paz”.

Durante su presidencia intentó desarmar a los grupos violentos para recuperar la paz, fortalecer a la población sufriente, regresar a los desplazados, mejorar la seguridad, generar empleo impulsando la economía y restaurar el estado de derecho. Los resultados fueron disimiles. El equilibrio inestable de la violencia instaurada y la escasa ayuda internacional no lograron impulsar los cambios deseados a pesar de la confianza que generaba su figura. Logró poder llamar a elecciones. En ese momento su mayor temor es que su país pase de nuevo al olvido en la agenda mundial, sobre todo en materia financiera: "Cuando una parte de la población siente que no progresa, que no tiene la misma oportunidad de acceso que otros ciudadanos, se siente frustrada, lo cual conduce a que la gente se refugie en su identidad y eso lleva a la explosión social. Y por supuesto, alguna gente manipula eso, especialmente el aspecto religioso".

En su momento los analistas políticos internacionales vieron en su liderazgo, por ser mujer y madre, la suficiente fortaleza para ejercer sus habilidades de moderadora en la mayor de las crisis. La apodaron “Madre Coraje”.