Sukriti Chauhan narra un caso con tintes anacrónicos sucedido en la India. A mediados de diciembre pasado un grupo de hombres tomaron a una mujer, le sacaron la ropa dejándola desnuda, la ataron a un poste y la golpearon frente a unas cincuenta personas. Solo uno intentó defenderla. ¿cuál había sido el motivo? El hijo de 24 años se había fugado con su novia de 18. Los padres de la joven la habían comprometido para casarse con otro hombre. Recién al otro día fue rescatada por la policía de otro pueblo, quienes arrestaron a doce personas y suspendieron al policía local por no haber actuado.

No fue el único caso en los últimos años: en Hosa Vantamuri (el caso relatado), Manipur (dos mujeres), Rajasthan (una mujer embarazada), Gujarat (una mujer que decidió irse de su hogar), Uttar Pradesh (cinco mujeres), Rayastán (una mujer fue paseada sobre un burro). Enfrentamientos entre castas, odio étnico, conflictos familiares originan esta humillación atroz. Se presume que muchos casos ni siquiera trascienden fuera de las aldeas donde se desarrollan. Los interrogatorios policiales y judiciales, son a menudo una nueva humillación pública.

“Las familias no denuncian porque es una cuestión de honor y el sistema no apoya a las sobrevivientes ni les da un espacio seguro para reportar estos crímenes”, dice Sukriti Chauhan. Para ella el marco legal indio no es el adecuado, las penas son bajas y esto no disuade el delito. En solo un año se han registrado más de ochenta y tres mil casos de “asalto con intención de ultrajar la modestia”, que incluyen acoso, gestos sexuales, voyerismo y acecho, con penas de tres a siete años. Por otra parte, los que presencian la exhibición de una mujer desnuda y los tormentos que soporta tampoco están incluidos en el delito, a pesar que son quienes de alguna manera permiten que se lo cometa. Hay una responsabilidad colectiva.

Sukriti Chauhan es abogada con una Maestría en Derecho del Desarrollo Internacional y Derechos Humanos de la Universidad de Warwick, Reino Unido. Desde hace más de diez años se especializada en temas de salud y derechos humanos, asesorando al presidente y primer ministro. “El mensaje que debemos transmitir es que dejen de librar batallas étnicas, de castas y familiares en nuestros cuerpos; ellos no son su campo de batalla”.