A 90 AÑOS DEL CAMBIO MÁS SUSTANCIAL QUE SUFRIÓ EL PUEBLO

| 30/06/2024

1934: Parques Nacionales vs. Bariloche

1934: Parques Nacionales vs. Bariloche
Bustillo y jefe militares en Valle Encantado.
Bustillo y jefe militares en Valle Encantado.

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El aniversario se cumplirá en octubre próximo, cuando se publicó en el Boletín Oficial la norma que dio origen a la institución, por entonces, una Dirección del Ministerio de Agricultura. La impronta Bustillo.

Si bien la ley que dio origen a la institución se sancionó el 29 de septiembre de 1934, se publicó en el Boletín Oficial un mes después, de manera que en octubre próximo cumplirá 90 años de existencia Parques Nacionales, que en primera instancia fue una Dirección dependiente del Ministerio de Agricultura. La misma norma creó los parques nacionales Nahuel Huapi e Iguazú. La innovación implicó una considerable conmoción en Bariloche, a tal punto que la autonomía municipal quedó muy desdibujada ante el ímpetu de Ezequiel Bustillo y sus funcionarios locales.

“Prominente miembro de la alta sociedad porteña, familiar y políticamente vinculado con las autoridades conservadoras que gobernaron el país durante la Década Infame”, el primer director de Parques Nacionales “aprovechó los vínculos que poseía con el poder central para favorecer la ejecución de sus proyectos”, recuerda la historia Laura Méndez en “Estado, frontera y turismo. Historia de San Carlos de Bariloche” (Prometeo, 2010).

Si se analiza la composición inicial de sus autoridades, se verá que no solo Bustillo aseguró el control de la así llamada oligarquía en la repartición. Antonio Lynch fue su vicepresidente y Víctor Pinto, secretario. Fueron vocales Eduardo Huergo, en representación de los ferrocarriles del Estado; Carlos Germán Freís, en nombre de Vialidad Nacional; el coronel Rómulo Butty, obviamente representante del Ejército; Luis Ortiz Basualdo; Ernesto Serigós y el general Alonso Baldrich. Otros de sus miembros fueron Ricardo Sánchez de Bustamante y Aarón de Anchorena, varios de ellos con intereses inmobiliarios concretos en el área.

Al momento de discutirse la norma en el Congreso, se dieron dos posturas: una aseguraba que los municipios preexistentes debían quedar en dependencias de la Dirección de Parques, “mientras que diputados socialistas sostenían que los gobiernos municipales debían conservar su autonomía, según lo establecían las leyes de la Nación. Si bien prevaleció esta última postura, en San Carlos de Bariloche su aplicación fue más formal que real”, juzga la narración de la investigadora.

En efecto, “la ciudad se encontraba enclavada dentro del corazón del Parque Nacional, por lo cual su autonomía de gestión quedó bajo la impronta Bustillo, muy disminuida”. Fue a partir de entonces que “de pueblo agrícola-ganadero que sufría por las trabas que obstaculizaban el comercio con Chile”, “San Carlos de Bariloche se volcó de lleno a la actividad turística, dotándose de la prensa y la infraestructura necesaria para atraer a los visitantes, respetando la mayor parte de las áreas de la reserva natural”.

En sus orígenes, la intencionalidad política no tuvo mucho de idilio con la naturaleza, como generalmente se supone. “La creación de la Dirección de Parques Nacionales formaba parte de un plan para fortalecer la frontera y la nacionalidad argentina, en un contexto de restauración conservadora y sentimientos de filiación entre Alemania y la oficialidad militar, que obligaba a cerrar la frontera ante la inmigración chilena”, añade la reconstrucción de Méndez.

En el país europeo gobernaba Adolf Hitler desde comienzos de 1933, cuando fue nombrado canciller o jefe de Gobierno por el presidente Hindenburg. A partir de agosto de 1934 quedó inaugurada la dictadura del líder nazi, que se valió del gasto público y del notable incremento del presupuesto militar para superar la crisis económica que había caracterizado a la así llamada República de Weimar. En la lejana Argentina, considerables sectores de la oficialidad siguieron muy de cerca tales alternativas.

El trabajo de Méndez trae a colación pensamientos del propio Bustillo: “Desde la iniciación de Parques Nacionales, sancionada su ley, entró pues en nuestras miras, ayudar al progreso de Bariloche para que un villorrio como era en ese momento se transformase en una naciente ciudad que fuese expresión de nuestra cultura y a la vez del sentimiento argentino. Téngase presente que, en 1934, el 90 por ciento de su población era extranjera”, justificó a posteriori el primer director de Parques Nacionales.

Como funcionario, procuró conciliar sus objetivos “con la gestión de la Municipalidad. Esto se vio favorecido por su amistad” con Emilio Frey y Víctor Gonella, señala el texto de la historiadora. A través la firma de convenios, “a cambio de ayuda financiera, el municipio se comprometía a encarar la obra edilicia”, que, en la idiosincrasia de Bustillo, hacía falta para cumplir sus designios.

El propio involucrado definió a su actuación como ecléctica, “aquella que, sin abandonar el culto de la naturaleza y la preservación del paisaje auténticamente virgen, no descuida otras conveniencias de la Nación ni menos la sacrifica al fanático culto de un simple dogma”. Crítica no tan elíptica a las posturas conservacionistas de la época.

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